Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 23 de abril de 1870
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Ortiz de Zárate y al Sr. Ochoa
Número y páginas del Diario de Sesiones: 264, 7.396, 7.397
Tema: Sucesos de Vitoria

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Montesino): La tiene V.S.

El Sr. Ministro de ESTADO (Sagasta): Yo siento que al Sr. Ochoa le haya parecido tan mal lo que he dicho, sobre todo la forma con que lo he dicho. Declaro que no he querido ser intemperante, como me ha llamado S. S. he dicho nada fuerte, ni mucho menos ofensivo para el partido carlista ni para los individuos que aquí se sientan, ni en el fondo ni en la forma.

Hay ya la costumbre de decir que yo trato con dureza a los adversarios, y S. S. se ha dejado dominar por esa costumbre. Si contra mi voluntad, hubiera sido tan duro, como el Sr. Ochoa ha querido suponer, yo me arrepiento, y pido a S. S. perdón. Me parece que no puedo ser más blando.

Por lo demás, que yo he llamado a los carlistas conspiradores. Tengo razones para creerlo así. Comprendo que un partido tome el nombre de una idea; por ejemplo, partido absolutista, partido liberal; dentro del partido liberal, partido conservador, partido progresista; en este caso, tomando el nombre de una idea, pueden seguir a un hombre que personifica esa idea. Pero cuando un partido no toma el nombre de un principio, de una idea, sino el de una persona, es que no solo sigue a esa persona en cuanto a los principios que pueda representar, sino que sigue a esa persona en cuanto a su conducta. ¿El partido carlista es absolutista? Pues llámese partido absolutista. Pero desde el momento en que llaméis carlista al partido absolutista, es que no solo entraña principios absolutistas, sino que sigue la conducta de la persona que los individualiza.

Así es que los que siguen a D. Carlos llamándose carlistas, son afiliados de D. Carlos y no son afiliados a ninguna bandera conocida, porque hasta ahora no sé qué principios profesa ese partido que se llama carlista, no sé más sino que se llaman soldados de D. Carlos; y mientras ese D. Carlos está conspirando constantemente, tengo derecho a creer que sus afiliados son cómplices, son soldaos de la conspiración; no son más que súbditos del jefe de la conspiración, y por consiguiente conspiradores. Ahora, sé muy bien que en su partido como en todos, hay muchos que están alistados en las filas mientras no hay peligro, y que no son más que lo que antiguamente se llamaba y sigue todavía llamándose hojalateros; pero eso no importa para que sin embargo, en la acepción general del partido carlista, sea un partido fuera de la ley, puesto que el jefe, puesto que la bandera, que es el supuesto Carlos VII, es un conspirador y está fuera de la ley por las leyes españolas.

Que el Sr. Ochoa no conspira, nos lo ha dicho aquí varias veces. Yo me alegro mucho de que no conspire su señoría.

Que no sabe que esté su partido conspirando; pues puedo decir a S.S. que su partido le oculta lo que hace, que lo engaña, que no tiene confianza en S. S.

Pero ¿cómo no ha de saber S. S. que conspira e partido carlista, y que conspira muy mal, y digo muy mal porque se le ve constantemente en la conspiración? Su señoría sabe que esa junta central de carlistas, y esas sucursales de las provincias, con el nombre de círculos, casinos, etc., no son más que instrumentos de conspiración. Ya sé que en el casino de Vitoria no se conspira, como no conspira en otros casinos; pero estos casinos sirven para [7.396] encubrir y disfrazar las juntas directivas de otros trabajos; que dentro de los casinos, con pretexto de los casinos, se reúnen y pueden reunirse algunos socios con objeto distinto del de la sociedad.

Y esto puede suceder con la junta central de aquí; que si S.S. es individuo de ella y no sabe más que lo que aparentemente en ella pasa, le digo a S.S. que le tienen por muy cándido.

Los carlistas son gente buena, no lo niego. Las mismas cualidades que S.S. ha dicho que tienen los carlistas, y las reconozco y tengo mucho gusto en reconocerlas en muchos de ellos; pero, créamelo S.S., no saben conspirar; y lo hacen tan mal, que en el Ministerio de la Gobernación yo sabía generalmente las cosas antes que la mayor parte de los carlistas que conspiraban.

No hubo plan ninguno de importancia, ni fijaron plan ninguno de la lucha, que yo no supiera bastante tiempo antes de aquellos que habían de secundarle. Muchas veces anunciaron que iban á echarse al campo, y yo sabía que no se echarían; y aquí están mis compañeros de Gabinete a quienes yo les decía: estas noticias existen, lo sé por este

conducto; pero no tengan Vds. cuidado, que no se echan al campo.

Pero llegó una ocasión, y les dije: se echan tal día al campo, y empiezan en tal parte, y siguen tal y tal punto; y nos preparamos todos, y el Ministro de la Guerra tomó sus disposiciones, distribuyó el ejército y sucedió lo que debía suceder, que no pudieron vencernos en un solo punto porque tuvimos la buena suerte de ahogar la insurrección en su origen; porque al mismo tiempo que ellos trabajaban por la revolución, nosotros trabajábamos para la contrarrevolución. Pues esto mismo sucede ahora, señor Ochoa; pero S.S. es muy bueno, y no sabe muchas cosas relativas á sus propios amigos y que sabe el Gobierno. ¿Pero qué culpa tengo yo de que los amigos de S.S. le tengan en ese cándido bienestar? Yo no sé si el Sr. Ochoa sabrá lo que ha pasado en Londres hace unos días y en Ginebra recientemente, y que el Gobierno lo sabe de una manera perfecta. Y el Sr. Ochoa también debe saberlo, ¿a que lo sabe S. S.? ¡Cómo ha de faltar algún amigo íntimo que se lo diga! Lo que tiene es que el señor Ochoa es muy bueno y no conspira; y como no conspira, no cree que los demás conspiren, aunque le den la noticia por buen conducto. Pero como el Gobierno tiene muy buenas noticias y no es tan incrédulo en estos casos como el Sr. Ochoa, está al corriente de cuanto hacen los carlistas. Pero el resultado es que jefe de ese partido conspira, y por consiguiente, él y sus afiliados, como conspiradores, están fuera de la ley.

Hay muchos carlistas que no conspiran, claro está, porque creen que su partido ha de triunfar, lo cual se explica naturalmente. Se trata de un supuesto Rey de derecho divino, y creen que por virtud del Espíritu Santo han de verle en el Trono. Pero no sucede lo mismo respecto a todos los afiliados de ese supuesto Rey, a pesar de creerlo de derecho divino, y que se titula Carlos VII.

No creo que el Sr. Ochoa haya dicho nada más que importe rectificar, pero si algo hubiese olvidado, ya lo rectificaré. Lo que importa es que entienda S.S. que no he querido mortificarle ni tratarle mal: yo acostumbro a luchar en el terreno a que se me llama, y con armas análogas a las del adversario. Si las armas de éste son buenas, con buenas armas lucho; pero si él escoge armas fuertes y bien templadas, procuro que las mías sean, si es posible, más fuertes y mejor templadas que las suyas. Y el Sr. Ochoa no me ha lastimado, tampoco yo he querido lastimar a S.S.



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